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viernes, 18 de diciembre de 2020

Una pequeña historia trágica (Primera parte)

Una pequeña historia trágica (Primera parte)

 

Algún día todo era tan normal en mi vida y en mi mundo, todo marchaba tan bien, una vida muy placentera y normal hasta que… pasó aquél fatal día. Todo se hubo desboronado frente a aquellos ojos inocentes que un adolescente podría tener. Todo había cambiado para siempre en mi vida desde ese punto.

 

Todo comenzó como un día normal cualquiera, la rutina de todos los días: mis padres se levantaron temprano en la mañana para ir al trabajo, yo hice lo mismo para partir a la secundaria al igual que mi hermano menor. Realizamos nuestra rutina mañanera y luego nos fuimos con nuestros padres en su automóvil. Nuestros padres nos dejaron a nosotros dos frente a la escuela. Nos despedimos de ellos y siguieron su rumbo al trabajo. El resto del día transcurrió bastante normal.

 

Estaba en clases en mi materia favorita que era música y hoy traía algunas partituras para practicar. Mi hermano estaba en clases con su maestra de primaria, él iba en el 5to curso y yo en el segundo año de secundaria. A mi lado estaba sentada la persona que me gustaba y yo estaba hablando con él sobre lo que había traído y lo que él había traído. Así pasó el resto del día.

 

Ya era casi hora de salida para mí, mi hermano me esperaba sentado en unas bancas que estaban ubicadas en la parte principal de la escuela. De repente, se dejó escuchar un fuerte sonido que alarmó a la escuela entera. Las luces se apagaron de repente varias veces y volvieron a prenderse. Todos estábamos aturdidos y asustados por el hecho. Yo me preocupé más por mi hermano menor porque no sabía nada de él. Los maestros salieron de las aulas para visualizar el causante de aquél fuerte sonido.

 

El director los reunió a todos y les dio la orden de evacuar a todos debido a una explosión de gas en la cocina de la cafetería. Nosotros nos preguntábamos los unos a los otros que habría pasado y murmurábamos entre todos. En esto, nuestra maestra nos dio instrucciones para salir de inmediato de manera ordenada del edificio. Nuestros padres nos buscaron al cabo de una media hora.

 

Les pregunté a mis padres que era lo que realmente había sucedido pero apenas me observaron y dijeron que en la casa me contarían sobre lo ocurrido.

 

Íbamos ya bastante cerca de casa cuando de repente de un momento papá perdió el control del auto y chocamos contra un árbol. Afortunadamente salimos ilesos del impacto. Nos bajamos del carro bastante conmocionados por lo que había sucedido. Más temprano que tarde nos dimos cuenta de que mi hermano no había salido del auto. Mo volví hacia el vehículo y allí estaba recostado, parecía bastante pensativo.


Accidente de tránsito - Wikipedia, la enciclopedia libre

 

Lo llamé por su nombre y su cabeza se volvió hacia mí lentamente. Tenía los ojos desorbitados, lo cual era bastante extraño y así como una mirada perdida e inexpresiva que hacía la situación aún más escalofriante. Grité del miedo; mis padres corrieron hacia el auto en donde yo estaba y me preguntaron el porqué de aquél grito. Yo estaba temblando y a regañadientes señalé en dirección a mi hermano.

 

Mi hermano estaba en una especie de trance. Mi padre empezó a realizar algunas llamadas y mi madre fue a revisar a mi hermano. Yo aún estaba temblando y llorando un poco. La multitud estaba reunida en círculos a nuestro alrededor pero nadie tuvo el valor de acercarse


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De repente, de entre el gentío, provino un sacerdote que se nos hubo acercado donde estábamos nosotros, vio nuestra situación, habló primero con nuestros padres y después habló conmigo y me preguntó qué había pasado y me tranquilizó un poco mientras mis padres contactaban con un mecánico. Luego de esto, fue a revisar a mi hermano y dijo algo en voz baja lo cual supongo que eran rezos y luego se retiró del lugar. Unos 10 minutos después, arribó una grúa en la cual llevaron el auto al taller y papá se fue con el señor. Yo y mi madre nos fuimos al hospital junto a mi hermano.

 

En el hospital los doctores le realizaron varias pruebas, entretanto yo pensaba que podría haberle sucedido. Al cabo de un rato, llegaron los resultados de los exámenes y le hubieron diagnosticado un ACV que también desencadenó una convulsión y tendría que estar un tiempo para ver como evolucionaba el cerebro y realizar más pruebas. Esta noticia nos impactó demasiado a ambos, mamá comenzó a llorar desconsoladamente. Yo aunque quería llorar junto a ella, me aguanté las ganas y fui a consolarla a ella en la sala de espera.


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Estuvimos allí el resto del día y prácticamente toda la noche. No dormimos casi nada en casi toda la noche. Yo me acosté alrededor de las 3 de la madrugada pero no pude quedarme dormido. Mamá ya le había avisado a papá sobre lo que había ocurrido acá en el hospital con una voz quebrada y él estaba intentando descansar un poco en casa. En la mañana, los doctores volvieron a revisarlo y nos dieron una buena noticia: mi hermano tenía muchas probabilidades de seguir con vida pero que necesitaba un tratamiento que era un poco costoso. Mamá lloró de la emoción al escuchar la buena nueva; yo grite al unísono también. Ella firmó algunos papeles para seguir el procedimiento.

 

En la tarde, ya cuando estábamos en casa y papá estaba en el hospital cuidando de mi hermano le pregunté a mamá que había pasado en la escuela el día anterior. Ella me respondió lo mismo que me habían dicho a mí pero además me contó otra cosa: Mi hermano comenzó comportarse bastante raro cuando estaba sentado, comenzó a hablar solo en voz baja, tenía una mirada fija en un punto específico y molesto. Así duró un rato, después levantó la cabeza y tenía la mirada perdida y se recostó en la pared y comenzó a decir en voz alta repitiendo varias veces: “Yo no lo quiero hacer, yo no lo quiero hacer” y a los pocos minutos explotó el gas de la cocina de la cafetería.

 

El director salió corriendo para determinar que había ocurrido y cuando se percató de la situación dio instrucciones para que todos los estudiante, maestros y obreros. Durante este proceso estresante vieron a mi hermano caminando lentamente, con la cabeza mirando hacia abajo y arrastrando los pies. El director se dirigió hacia él y le cuestionó sobre que hacía por allí y al mismo tiempo le decía que debía salir de allí por su propia seguridad. Mi hermano lo miró y en su cara se veía una mirada perdida y los ojos desorbitados mientras repetía en voz baja: “No lo quería hacer, no lo quería hacer”.

 

Siguió diciendo esto por unos momentos hasta que volvió en sí y le preguntó al director qué había ocurrido y se asustó más y solo le respondió que debía salir de allí por su seguridad. Durante todo este proceso los llamaron a ellos y les advirtieron sobre lo ocurrido y lo que debían hacer. Y es aquí donde comenzó lo más aterrador…

 

Los días iban pasando, mi hermano daba mejoría pero bastante baja. Durante esta semana no había ido a la secundaria debido a los arreglos que el personal obrero estaba realizando en el edificio por lo que estaba a veces estaba en casa o en el hospital ayudando a cuidar a mi hermano o junto a mi padre en el taller. Todo era un caos, todos teníamos miedo, estrés, angustia y mucho más durante todo este tiempo. Todos parecíamos volvernos locos de un momento a otro, casi ninguno podía dormir bien ni durante el día ni durante la noche.

 

Todo llegó al límite cuando una noche que estábamos en el hospital esperando para ver que decían los doctores que estaban viendo a mi hermano entraron a la habitación donde estábamos todos, bastante agotados tanto física como mentalmente, nos dieron unas noticias no tan agradables: El joven no está respondiendo al tratamiento tan bien como se esperaba al principio, estamos probando con otros medicamentos que también pudiesen servir para la condición que tiene en estos momentos. Estamos haciendo todo lo posible para que su hijo pueda sobrevivir.

 

La expresión en nuestras caras cambio cuando escuchamos aquellas palabras salir de la boca del médico profesional a una de terror y mis padres palidecieron un montón al recibir aquellas noticias. Papá dijo que hicieran todo lo posible para que él saliera con vida de allí, no querían perderlo de aquella manera. Yo tampoco quería perderlo a él, era un buen hermano, excelente alumno, una buena persona en su esplendor a pesar de su corta edad. Yo no podía creer lo que escuchaba. En realidad, ninguno de los tres podía creerlo en su momento.


Implementan Curso virtual sobre Gerencia Hospitalaria basada en Redes  Integradas de Servicios de Salud en Paraguay - OPS/OMS | Organización  Panamericana de la Salud

 

Pasaron los días, yo volví a la escuela, aún estaba bastante mal por todo lo que estábamos viviendo en aquellos momentos pero lo que vino el día siguiente no lo hubiere creído si no lo hubiese visto yo con mis propios ojos… Fui con mi padre al hospital para ver y cuidar de mi hermano como solíamos hacer normalmente, está vez mamá estaba trabajando ya que ambos debían trabajar pero papá había tomado el día libre para ir al hospital. De un momento a otro mi hermano empezó a levitar de su cama hasta casi llegar al techo con las cosas que tenía encima. Yo me aterroricé cuando vi esto e intenté gritar pero mi cuerpo no se podía mover, así que decidí gritar y mi boca no me respondía. Estaba completamente paralizado del susto. Para mi suerte, una de las enfermeras entró a la sala donde estábamos nosotros y se quedó impactada por lo que estaba presenciando. Ella no daba crédito a lo que sus ojos veían. De un momento a otro, cayó desplomado encima de la camilla y despertó como cuando uno sueña que se está cayendo y de repente despierta asustado.

 

Tanto la enfermera como yo estábamos impresionados por el hecho, fuimos directamente a la camilla y le preguntamos a mi hermano como se sentía, qué sentía y si recordaba algo de lo sucedido. Su respuesta fue negativa para todo, respondió que no había sentido nada desde hacía varios días y no recordaba nada desde el día del accidente. La enfermera llamó a mis padres y al doctor para relatarles lo sucedido hace unos momentos. Llegaron alrededor de unos 2 minutos después. Ambos les contamos todo lo que habíamos visto y como había pasado. El doctor le hizo las preguntas rutinarias para corroborar que no hubiera algún daño y le hizo algunas otras pruebas para observar como estaba funcionando su cuerpo en general.


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Así pasó toda la mañana y, finalmente, cuando todo estuvo en orden, pudimos irnos todos a casa junto con nuestro hermano. Todos estábamos muy felices y al mismo tiempo, intrigados por la situación que había surgido con nuestro hermano aquella mañana, pero no le dimos mucha importancia al asunto sino, hasta la noche cuando estábamos en casa. Antes de llegar a casa, anduvimos un rato en el taller donde estaban arreglando el auto de papá y también nos entregaron el auto ese mismo día. Todos estábamos doblemente felices porque ya podíamos utilizar el vehículo de nuevo. Papá había estado hablando de lo sucedido con el mecánico y este le recomendó visitar a un sacerdote que era amigo de él para que le proporcionara ayuda y también contactara con un médium que él conocía que también podría ayudarle con esa situación.

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